La más reciente de Von Trier (con todo y su título non grato).
Seamos sinceros, a la mayoría nos dá un poco de flojera lo que hace Lars Von Trier. Ver una película de este director danés requiere de un mood y una ambientación muy particulares. Con más de 30 trabajos en su filmografía, este año en México se estrenaron los dos volúmenes de su más reciente proyecto, quizá el más arriesgado, Nymphomaniac. Ahí va, desde el nombre empieza la polémica.
Si fueron de los que incluso ver el tráiler les causó algo de incomodidad, ahorrense la molestia y ni de chiste se les ocurra ver la película, si, tiene sexo explícito. Sin embargo, la forma en la que fue tratado -aunque no deja nada a la imaginación y si eres de mente abierta- es bastante estético, no, no es una porno y ni siquiera la describiría como una película erótica, sino todo lo contrario.
Tenemos a Joe, una mujer que está en su edad adulta y que, por azares del destino, se encuentra con Seligman, un hombre solitario que la socorre al encontrarla en tirada en un callejón. Todo parece hasta cierto punto normal, hasta que Joe empieza a contar la historia de cómo llegó a este punto. Von Trier nos cuenta la historia de Joe a través de una composición de cuadros únicos y una muy particular narrativa llena de comparaciones y vivencias de cualquier persona, pero sumandole un dato extra y muy importante: es la vida de una ninfomana.
Si empezaste a verla por curiosidad, o por mero morbo, después de una hora, te encontrarás tan sumergido en la historia de Joe, como Seligman: Von Trier es Joe, y nosotros, Seligman. Te encuentras como cuando de pequeño, no querías pegar el ojo hasta escuchar el desenlace del cuento que te contaban antes de ir a dormir.
Dos volúmenes.
Si apenas viste el primer volúmen, y no te ha parecido la gran cosa, dale una segunda oportunidad. La forma de cerrar esta historia es simplemente exquisita. Von Trier nos lleva más allá de los tabúes y dá una muestra más cercana al alma de una mujer adicta al sexo. Si de por sí, que una mujer sea adicta - o haya sido- a las drogas, alcohol, trabajo,etcétera, es muy mal visto, ahora imagina la vida de una mujer con una adicción al sexo.
Con un reparto de envidia, y un trabajo audaz y profundo de Charlotte Gainsbourg (Joe), llevada de la mano de Stellan Skarsgård (Seligman), el curioso oyente y que es conocedor de todo, excepto del sexo, la película logra sumergirnos en situaciones tan extremas que parecen de otro mundo.
Lars Von Trier podrá ser non grato en el Festival de Cannes, pero sin duda, tiene un talento único para el cine, y aunque su estilo puede ser cansado, toca temas complicados de una forma que invitan a la reflexión y al análisis. No es fácil descifrar sus trabajos. Y bueno, después de todo no cualquiera de ese nivel se para frente al mundo y se dice ser simpatizante de Hitler, y nazi.